Reconocido por su singular riqueza biológica, el Jardín de los Helechos, único de su tipo en Cuba y radicado en Santiago, presume de tener una de las más importantes colecciones de este tipo de plantas en América, dividida en cinco áreas ecológicas, y una de ellas, inspiradas en la huella francesa en la nación caribeña.

Además de las áreas dedicadas a las especies arborescentes, aquellas que son cultivadas, a las acuáticas y palustres, y a las cicadáceas, a un costado de la casona, en un estrecho sendero, Manuel García Caluff, director fundador de la institución, construyó con sus propias manos un grueso muro de rocas donde colocó los helechos de paredones calizos.

“Me inspiré en las ruinas de cafetales franceses que existen en Cuba, especialmente en el oriente, muchas de las cuales he podido visitar en mis expediciones, y he podido ver cómo muchas especies de plantas, entre ellas los helechos, se adaptaron muy bien a este tipo de condiciones”, asegura García.

Esta área reconstruye la pared inferior de un mogote, rezuma agua constantemente y allí se presentan los pteridófitos epipétricos-calcífilos. Es, además, un excelente ejemplo de jardinería vertical que saca partido de los espacios reducidos, y se exhiben colecciones de Saintpaulia, Episcia y Begonia, de esta última, algunas de las más pequeñas que existen en Cuba.

“Casi no se puede ver le muro, las rocas, porque las plantas lo cubren casi en su totalidad, porque es esta parte la más húmeda del jardín. Me encanta abrir las ventanas de mi oficina, de mi cuarto y del resto de la casa”, asegura García.

Manuel García Caluff es una de las pocas personas que ha estudiado en profundidad las especies botánicas que sedujeron a los franceses y que crearon en las zonas montañosas de Cuba verdaderos jardines paradisiacos.

El Jardín de los helechos, de Santiago de Cuba, es el único de Cuba, uno de los más importantes del continente, y no existe otro igual a cielo abierto. Mantiene relaciones de intercambio con instituciones y especialistas de varios países.

Está situado en la carretera de El Caney, en la casona “La Caridad”, número 129, y se inició como una colección particular de Manuel García Caluff en el año 1976, luego de la incorporación de su creador al Grupo de Aficionados a la Botánica de Santiago de Cuba.