Ni los temblores de tierra, tan frecuentes en la provincia; ni el huracán Sandy, con toda la destrucción que dejó a su paso; ni el bloqueo yanqui, con las constantes limitaciones materiales que nos causa a los cubanos, mellan la pasión de Omar López Rodríguez por su querido terruño.

Para el sexagenario, nacido en la conocida calle Trocha, fue un honor crear y dirigir la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, hace ya más de dos décadas. Como no es historiador de profesión, sino arquitecto, trata de apropiarse del pasado de la urbe con la intención de conservarle los múltiples espacios que trascienden el imaginario local y constituyen parte de la nación.


Santiago de Cuba posee monumentos locales que pueden convertirse en patrimoniales. Foto tomada de la revista Bohemia

Los poblados de El Cobre y El Caney, San Lorenzo de Céspedes, Baraguá, las montañas del Segundo y el Tercer Frente, la ruta funeraria de José Martí, el cementerio de Santa Ifigenia, la Granjita Siboney… Son componentes de la historia que hablan de ámbitos patrimoniales y de paisajes culturales de sitios estrechamente vinculados a su gente, valora el arquitecto.

El paisaje urbano de Santiago de Cuba identifica a la ciudad “mirador”, “ondulante”, “escalonada”, atributos especiales con un peso importante en el imaginario popular. Otra singularidad, señala, es el patrimonio intangible. En la Catedral nació la música cubana, con la obra del maestro Esteban Salas; aquella tierra es cuna del bolero y del son. La música coral también tiene un peso importante. Igual se distinguen el pregón santiaguero, el carnaval, la Fiesta del Fuego y la Tumba Francesa.

“Trabajando de conjunto con el Gobierno y el Partido –enfatiza– hemos logrado unir fuerzas a favor de la conservación de la ciudad de Santiago de Cuba”.

– ¿Las acciones de esa conservación van más allá de las fachadas?

–No trabajamos solamente las fachadas. Esa filosofía nunca se ha aplicado aquí. Partimos de un plan estratégico general y la conservación se hace a fondo. Es verdad que todo no se puede hacer al mismo tiempo y por eso se fijan prioridades.

Para ilustrar, cita el área monumental 26 de Julio, compuesta por el antiguo cuartel Moncada, el hospital, la biblioteca, un museo, un parque, la sala del juicio a Fidel después del asalto a la instalación militar santiaguera, el Palacio de Justicia.

“Todos son monumentos nacionales y cuando intervenimos en ellos también se rehabilitan otros espacios públicos como viviendas, escuelas, centros comerciales.

“Son proyectos complejos, pues no es solo restaurar un edificio, sino un área monumental extensa. Igual sucede con otros lugares de la ciudad. Cuando hablamos de los anillos fundacionales, no se trata de un solo inmueble; en el parque Céspedes fueron rehabilitados los edificios de su entorno, las viviendas, edificaciones del Gobierno, templos, hoteles.

“En la calle Enramadas, igual. Es cierto que todavía no está terminada, porque es un kilómetro de largo y hay muchas edificaciones. Pero todos los años se termina alguna, se va completando y consolidando así la terminación del proyecto. Hace unos años, la calle Enramadas era de Corona hacia arriba; hoy es mucho más larga, desde la Plaza de Marte hasta el Paseo Marítimo.


Un sueño hecho realidad: el Paseo Marítimo de la ciudad. Foto tomada de revista Bohemia

“El Paseo Marítimo era un sueño de la ciudad, acercarse al mar. Pero no se ha terminado. Allí se está haciendo el hotel Perla de Cuba e interviniendo en viviendas. Antes rehabilitamos una cervecería, ocho parques y otras áreas. La calle Garzón la sumamos a este proceso. O sea, hay un plan general que suma cada uno de estos ámbitos patrimoniales, en los cuales se trabaja.

“Cada año esos proyectos se consolidan y van integrándose y armando toda una estructura vinculada con la ciudad, y eso es lo que le da fuerza al plan”.

Para el arquitecto es importante diferenciar los conceptos de conservación y rehabilitación. A su juicio, el primero es mucho más amplio que el segundo. “Rehabilitar implica que en un sector urbano puedes hacer un edificio nuevo, o realizar acciones de reparación o restauración.

“Cuando se habla de la conservación de un sector de la ciudad, no es solo preservar, o mantener lo viejo, no, pues ahí también está la renovación. Hay edificios que no pueden seguir existiendo porque están en mal estado, se les derrumbó una parte. Imagino que en La Habana estén habituados a ver eso. Si se cayó un inmueble, vamos a construir un hotel nuevo, por ejemplo.

“Esa acción completa la imagen con el edificio que se restauró y así se va conservando la ciudad. La conservación es sostener todo lo que se pueda en buenas condiciones, y renovar lo que no tiene posibilidades de seguir existiendo”.

El santiaguero ama a Santiago


Para Omar López Rodríguez dentro de las acciones de conservación debe renovarse completamente lo que no pueda sostenerse en buenas condiciones. Foto tomada de revista Bohemia

“Nosotros tuvimos momentos muy traumáticos –reflexiona el conservador–. Veníamos trabajando fuerte por el 500 Aniversario y de momento, el huracán Sandy nos frenó en seco. En una noche acabó con la ciudad. Entonces, el santiaguero tuvo que llamarse a sí mismo y preguntarse: ¿cómo salimos de esto, cómo enfrentamos el futuro?

“Las autoridades de la provincia promovieron la incorporación de todos a la recuperación y movieron el orgullo santiaguero. Cualquiera que llega hoy se asombra. Y cuando un compatriota te recibe, te dice: ‘ven para que veas lo que hemos hecho’. Eso es en plural, porque la gente se identifica con una labor colectiva”.

– ¿Cómo gestionan los recursos financieros para la conservación?

–La Oficina coordina y fiscaliza para que las cosas se hagan bien. Juega un papel protagónico, pero no existe oficina en el mundo que pueda hacer sola toda la conservación de una ciudad. Deben sumarse otros presupuestos.

“Una vía es la contribución del dos por ciento para este fin, que aportan las instalaciones turísticas. Si hay mucho turismo, hay más dinero. Otra fuente son los propios ingresos que generamos al prestar servicios a terceros. Y por último, las donaciones internacionales.

“Pero, por mucho dinero que consigamos, no es suficiente. Todos tienen que aportar, esa es la filosofía. Un ejemplo cercano son los trabajos de rehabilitación del cementerio de Santa Ifigenia, proyecto mucho más grande y de mayor alcance.

“Somos una isla bloqueada por Estados Unidos, hay limitaciones económicas. Está claro. Por eso pienso en cómo hacer más con lo que poseemos. Lo importante es tener un plan, qué va primero y qué después. La coordinación de los proyectos con las demás entidades es medular”.

– ¿Qué otros retos enfrenta la Oficina?

–La demanda de materiales de la construcción es superior a la oferta. La industria nacional, como se conoce, está deprimida. Por eso no se puede hacer todo a la vez. También tenemos limitaciones con la fuerza de trabajo, hay un éxodo de profesionales hacia otras empresas, o hacia las formas de gestión no estatales, mejor retribuidas salarialmente.


La Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo Grajales es un sitio de valor histórico y cultural para la provincia y el país. Foto tomada de revista Bohemia

“El profesional que trabaja aquí es muy capacitado. No se especializa en una semana. Incluso, algunos van a cursos en el extranjero por varios meses. El arquitecto nuestro puede hacer un proyecto de gran valor patrimonial, pero cuando se compara, lo que gana es significativamente inferior a lo que hace. De eso habló Raúl, de la famosa pirámide invertida. Con esa realidad chocamos diariamente”.

A la Oficina del Conservador pertenecen unos 1 200 trabajadores que laboran en diferentes entidades: empresa constructora, escuela taller de oficios, oficina técnica, Plan Maestro, museos; y unidad administrativa, para atender una veintena de parques y plazas emblemáticas.

La ciudad atesora tres componentes declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Estos son el Castillo de San Pedro de la Roca, en la bahía santiaguera; el Paisaje Arqueológico Cafetalero en las montañas que rodean a la ciudad y que incluye el Museo La Isabelita, de la Gran Piedra, y la Tumba Francesa, patrimonio intangible.

“También tenemos otros monumentos locales que seguimos evaluando para darles categoría de patrimoniales. Pero no es una tarea fácil.  Las exigencias son altas, porque el país tiene que avalar su compromiso para conservarlo. No tiene sentido que la Unesco declare algo Patrimonio de la Humanidad y al otro día se caiga”, agrega López Rodríguez.

A su juicio, hay tres conceptos clave en la conservación patrimonial: conocimiento, reconocimiento y salvaguarda, entrelazados de manera perdurable.

En la ley de leyes

Dentro de los fundamentos políticos de la nación que enuncia el proyecto de Constitución de la República de Cuba, actualmente en consulta popular, está “proteger el patrimonio natural, histórico y cultural de la nación”.

El Estado cubano, como parte de los principios de la política educacional, científica y cultural, “defiende la identidad y la cultura cubana, vela por la riqueza artística, patrimonial e histórica de la nación y por su salvaguarda. Los bienes que conforman el patrimonio cultural de la nación son inalienables, imprescriptibles e inembargables”.

Además, “protege los monumentos de la nación y los lugares notables por su belleza natural, reconocido valor artístico o histórico”.

Tomado de la Revista Bohemia