Pues sí, en la ciudad de Santiago de Cuba hay un joven emprendedor que, entre la gama de productos que ofrece, hay un vino de café. Él es uno de los pocos vinicultores que en la urbe asumen el reto de fabricar una bebida a partir del aromático grano.
Más allá del debate técnico donde algunos plantean que el vino es sólo el que se obtiene de la uva, y que todo lo demás que se prepara a partir de frutos fermentados se debe llamar licores, este trabajo no pretende –ni por asomo– resolver tal escollo, entonces le llamaremos “vino”, a secas, pues es más interesante conocer la historia.
Se llama Manuel Antonio Cuevas Vidueiro, tiene tan sólo 25 años de edad y una corta experiencia como vinicultor. Sin embargo, no le teme al reto de la experimentación y por eso ha desarrollado varias fórmulas para hacer vino de café.
“En medio de una reunión entre amigos, mi mamá sirvió café, y en ese momento surgió el reto de que yo hiciera un vino de café. Esa fue la génesis de la idea de hacerlo”.
También le ha servido, y mucho, ser estudiante de quinto año de la carrera de ingeniería Química, así que a la pasión por la fabricación artesanal de vinos, heredada de su padre un vinicultor de años de experiencia, y la necesidad de buscar fuentes de ingreso económico haciendo algo que le gusta, pues se suma el empleo de la ciencia.
Su formación profesional le ha permitido erigir una serie de principios que sigue como ética de emprendedor: “lograr un vino rentable, asequible y con calidad, no obstante, confiesa que es un reto.
“Es difícil hacer vino de café, porque no todos los vinicultores se atreven a experimentar, no todos tienen el conocimiento para experimentar, también porque conseguir un grano de calidad da trabajo, que no esté alterado, y por último porque todo eso encarece el vino final que se obtiene”, asegura Manuel Antonio y añade “la otra dificultad es que lograr un vino que se asemeje al intenso sabor del café que nos tomamos en las mañanas, también es difícil, y más para el cubano, acostumbrado a beberlo fuerte, caliente, amargo”.
La primera vez que Manuel realizó un vino de café, o que tuviera como materia prima ese aromático cerezo, pues no estuvo del todo feliz con esa primera prueba, la bebida tenía un punto seco y un buen nivel de alcohol: “para una persona que no conoce, podía estar perfecto, pero no tenía ese punto en el sabor que uno quiere lograr”.
Su sueño, para obtener un mejor vino de café, es experimentar con la pulpa: “es ahí donde está la verdadera potencia o extracto de sabor a café, pero es incluso más difícil hacer vinos en la ciudad y conseguir esa pulpa. No queda otra que seguir experimentando y seguir perfeccionando la receta”.
Con humildad, él considera que aún le falta mucho por aprender del fascinante mundo de la fabricación artesanal de vino. Y más aún, en la creación de una bebida fermentada que se acerque más a ese intenso sorbo de néctar negro que ingerimos en las mañanas. Ese es el reto, y el sueño a la vez.
“La primera vez que hice un vino de café pues tosté el grano, un cerezo que me traen desde las montañas, es de buena calidad, y a partir de ahí comencé a experimentar diferentes proporciones y métodos, diferentes tiempos que le doy a la elaboración. A partir de ahí he ido sacando las mejores experiencias, las que más se adaptan al gusto de la gente”.
Confiesa este joven emprendedor, que si bien tiene una amplia carta de vinos (maíz, flor de Jamaica, uva, tamarindo, piña…) no es el café el que más buscan sus clientes. No obstante, tiene visitantes asiduos que el único que consumen es el realizado con el aromático cerezo, lo cual demuestra –desde su experiencia– que este es un producto que aunque no sea el más popular sí tiene su público específico, que cada día aumenta.
“Lograr un vino de café que se asemeje al que bebemos en la mañana o en la tarde, es posible, pero requeriría una gran cantidad de granos para lograr ese sabor, y sería una bebida que se encarecería muchísimo. Pero el que hago yo, a un precio asequible, y que sepa a café, aunque no logre ese sabor intenso, sí tiene cada día nuevas personas que les gusta, clientes fieles a ese sabor, no a todo el mundo, pero sí va gustando cada día más. Tengo clientes que no les gusta, a otros les encanta, pero generalmente no es un vino que pueda tomarse en grandes cantidades pues tiene un sabor fuerte, que choca, aún así lo fabrico para tener variedad de vinos”.
Aunque lleva pocos meses desarrollando un vino de café, el joven emprendedor santiaguero Manuel Antonio ya se va creando una fama que le trasciende. Llegamos a él por una simple frase mencionada por varias personas: “hay un muchacho que hace vino de café, tienen que entrevistarlo”.
Lo que no imaginamos fue encontrar alguien a cuya juventud no ha lacerado la seriedad con que se debe asumir un trabajo por cuenta propia. Incluso, en su caso más que profesionalidad, hallamos un futuro profesional que pone la ciencia en función de un emprendimiento.
A Manuel, o manolito como le dicen, se le puede localizar al teléfono +5355947832.