Si algo tienen bien claro los trabajadores del Centro de Interpretación y Divulgación de la Cultura del Café (Casa Dranguet) es que cada uno, desde su área de trabajo, puede hacer –y mucho–, en pos de la salvaguarda del patrimonio material e inmaterial vinculados al aromático grano.

Bajo ese principio rige su trabajo Yanela Avila Tamayo que desde el 2016 forma parte del colectivo laboral de la Casa Dranguet y tiene a su cargo la limpieza e higiene del centro, incluyendo el área de exposición permanente donde se conservan objetos antiguos y valiosos.

“Hay una gran diferencia entre limpiar e higienizar un local de oficina, con burós y sillas, o un área de elaboración de alimentos, o un espacio con objetos valiosos guardados en vitrinas de cristal… en este último hay que tener muchísimo cuidado de no dañar uno de esos objetos, que tienen muchos años de historia, o uno de esos vidrios. Tenemos en el centro objetos de otros países, eso no se puede conseguir fácil, son muy valiosos”, señala.

Ágilmente se mueve entre objetos antiguos y de un lugar a otro, es de esas personas que se hacen sentir cuando están en su centro de trabajo por su alegría y vozarrón, y más que eso, es de las que se pone peleona cuando las cosas no funcionan bien, intransigente con la chapucería, incluso, regaña a los usuarios del Patio Dranguet cuando lanzan al piso colillas de cigarro…

“Una de las experiencias más lindas que he tenido aquí en Casa Dranguet fue cuando me eligieron como la mejor trabajadora, eso fue justo antes de que comenzara la pandemia, para mí fue un momento muy lindo que los demás reconocieran mi trabajo. Se hizo una actividad en la Galería Arte Soy. A mí nunca antes me habían dado tanto valor por el trabajo que hago”, comenta.

Aunque de manera oficial su plaza es de Auxiliar General, la verdad es que lo mismo se le ve limpiando e higienizando, que atendiendo las plantas de Casa Dranguet, velando los objetos de la colección museable, o custodiando la entrada a la institución y cubriendo la recepción.

“Trabajar en un lugar relacionado con el café ha hecho que amistades, vecinos, me pregunten mucho sobre la Casa Dranguet, lo mismo me preguntan qué se vende en la cafetería, como que quieren saber sobre el museo, sobre las actividades que hacemos aquí… yo siempre los invito a que vengan y vean con sus propios ojos qué tenemos y qué hacemos”, añade Yanela.

“Para mí trabajar en Casa Dranguet es agradable, me gusta estar aquí, yo misma he aprendido muchas cosas nuevas. Antes sólo veía el café como la bebida y sí, sabía cosas como que habían recetas diferentes en varios países, y que cada café tiene su propio sabor, pero desconocía mucho sobre las antiguas haciendas cafetaleras que existen en Cuba, o muchos aspectos relacionados con el propio grano, como por ejemplo, todos los objetos que están vinculados al café y que se pueden ver en el museo que tenemos aquí. Desconocía que el propio Centro pertenecía a una familia vinculada al cultivo del café… son cosas que poco a poco he ido aprendiendo en los eventos que hacemos, en las charlas, en las explicaciones que dan Lianet y Yaumara a los visitantes”, sentencia.

Yanela es el ejemplo vivo de un trabajador que se identifica con su centro laboral, hecho que se traduce en, primero y más que nada, sentido de pertenencia, también con la responsabilidad con lo que hace, interés en aprender sobre el objeto social, preocupación que va desde la organización de las sillas hasta la realización de las actividades… ella es, en resumen, una miembro valiosa del equipo de la Casa Dranguet.

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