El sonido del pilón reinaba. El movimiento rítmico de subir y bajar el madero a nadie parecía perturbar en San Antonio del Piloto, Mayarí, locación serrana ubicada en el oriente de Cuba. Solo un hombre tenía la sensibilidad para sentir arte donde los demás veían un tosco trabajo. Enrique Bonne bebió del entorno, absorbió su esencia, descompuso el eco y lo convirtió en notas musicales.

A sus noventa años, a Enrique Alberto Bonne Castillo le llegó su tan merecido Premio Nacional de Música, una ausencia que, sin embargo, nunca hizo mellas en el talento de uno de los compositores más importantes de la historia artística de Santiago de Cuba. El cariño de su pueblo y el agradecimiento de los creadores que hicieron suyos sus textos, fueron el mejor agasajo y refugio.

Ahora se acomoda en su rincón preferido. Habla de la vida, de su vida, su arte, como todo buen creador.

“De la vida hay mucho que pensar, porque la vida es un compendio de lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, de amor, dolor, en fin, es algo que nos obliga a decir ¡Ay, la vida!, porque tiene tantas cosas que se pierden cuando nos llega el final… esa es la vida”.

Todo artista tiene su ritual de creación. ¿Cuál es el de Enrique Bonne?

Uso mucho el ambiente social, de la población, de lo que hacen, tomo todo eso y voy creando una forma de decir.  Lo mismo con mi música, trato que se parezca a la que hacen los demás. Trato de ser yo en ese sentido. Puede gustar o no, he tenido mis éxitos y mis fracasos, pero es mi forma de hacer mi música.

A los 90 años, ¿cómo es el trabajo de composición musical?

A esta edad se hacen muchas cosas pues viene un poco el temor a irse, y ese temor entonces te obliga a acelerar lo que no has hecho. Eso me ha hecho incursionar, incluso, en la música sinfónica, a mi manera, a la manera de Bonne, no con la intención de ser un gran compositor de música sinfónica, sino para que mi familia sepa lo que pude ser capaz de hacer.

Ahora mismo, ¿qué está haciendo Enrique Bonne?

Estoy trabajando con «Los Tambores…», sigo haciendo mis composiciones, sobre la vida y el amor… y otras cosas que pienso incluir en un disco.

No es fácil ahora trabajar la música. En la década del 60, por ejemplo, las marcas de discos se encargaban de buscar la música para que la grabaran las orquestas. En la actualidad, estas tienen varios autores dentro de ellas. Eso no me preocupa ni me atormenta, ya he hecho bastante, los demás también tiene derecho, los jóvenes tiene derecho a desarrollarse.

Yo lo que hago lo guardo para mi familia, si sale a la calle, saldrá.

El carnaval y Enrique Bonne son uno solo. ¿cómo ve esa relación de complicidad desde décadas atrás y hasta la actualidad?

En comparación a años atrás, hay cosas que debieron mantenerse como eran antes.

Había antes seis congas, esa era la tradición. Creo que aumentar el número de congas no era lo más saludable para el carnaval, por ejemplo, eso significaba aumento de recursos.

El carnaval santiaguero tiene su identificación histórica. Hoy se hacen el país muchos carnavales al estilo del de Santiago de Cuba, aunque tienen más o menos su propio sello, tiene la indiscutible impronta del rumbón que se hace aquí.

La conga del oriente, por ejemplo, llegó a todas las fiestas populares de Cuba.

Bonne, ¿qué decirles a los jóvenes compositores de hoy? 

El problema es que la música hoy se ha complicado, nos hemos alejado un poco de la música cubana, ese valor que tenía y que buscaban aquí las marcas de discos extranjeras.

Siempre se ha escuchado la música extranjera, pero era limitado en programas de radio de solo media hora. Ahora es donde quiera, en el carnaval se cuela, y claro que debemos respetar el derecho de las personas de escoger, pero debimos aguantar eso un poco más.

Le dejamos avanzar y hoy tenemos la presencia de la música extranjera en la fisión, como le llaman, pero le resta valor a la música cubana en algunos aspectos cuando no se emplea bien, porque hay quienes sí lo usan muy bien, y eso también hay que respetarlo.

De su alrededor de 200 temas, ¿cuáles son aquellos que le son imprescindibles en la memoria?

Están «No quiero piedra en mi camino», «Que me digan feo», «Usted volverá a pasar», «Dame la mano y caminemos», «Yo no me lo robé vigilante»… hay muchas y cada una tiene su historia.

Para finalizar, ¿cuáles son, además de la música, aquellas manifestaciones que emocionan a un hombre tan sensible como Enrique Bonne?

Me gusta todo. Me gusta Cuba y su desenvolvimiento. Admiro a los jóvenes y la voluntad que tienen para abrirse camino.

Son 90 años, pero hay Bonne para rato…

Yo no quisiera que fuera así. Quisiera irme así como estoy. Quisiera irme oportunamente, y que cuando me fuera me recordaran como soy y como estoy. Que me recuerden con conga porque fui un gozador.

El santiaguero adora a Enrique Bonne, le profesa un cariño especial y, sobre todo, muy sincero. Él se quedó en esta tierra, y desde aquí supo hacer brillar la música, su nombre y el de su urbe. A ella regaló sus mejores horas.

Es carnaval, es pilón, es orgullo, es el hombre que todos conocen y respetan, es el humilde señor de su reparto Sueño, que saluda a los vecinos y comparte las alegrías y tristeza…

No necesitaba el Premio Nacional de Música para ser querido por el pueblo y respetado por los artistas, ya eso lo había tenido desde hace muchas décadas, aunque sí es un muy merecido reconocimiento a quien ha legado, a la historia universal, gloriosas páginas, que aún necesitan ser resaltadas mucho más.

Con ese premio se salda una deuda con Bonne, con Santiago, con Cuba, y con la historia.

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